Toyota es una marca con mucha tradición en vehículos deportivos de producción e, incluso, también tiene un palmarés importante en el mundo de las carreras; entre otros títulos, consiguió varios campeonatos del mundo de rallyes, dos de ellos con Carlos Sainz.
Sin embargo, desde 2006 su gama había quedado huérfana de ese tipo de modelos con garra, cuando cesó la fabricación del Celica. Ahora, con el GT86, vuelve a presentar un coche donde valores como la eficiencia, la versatilidad o el confort quedan en un segundo plano, para poner el énfasis en unas cualidades dinámicas que permitan al conductor disfrutar al volante por encima de cualquier otra consideración.
Este coupé de 2+2 plazas, desarrollado a medias con Subaru, llegará a los concesionarios españoles durante el próximo mes de julio y, más que el volumen de ventas, lo realmente importante para Toyota es el impacto que supondrá para la imagen de marca, demasiado centrada en los últimos tiempos en aspectos meramente ecológicos. Su gemelo, el Subaru BRZ, se venderá a finales de año.
Motor con garra
El nuevo GT86 incorpora un compacto motor bóxer atmosférico de altas revoluciones que permite mantener muy bajo el centro de gravedad del vehículo, un hecho que influye de forma positiva en el comportamiento y la manejabilidad. Se trata de un propulsor al estilo de los de carreras, que da la máxima potencia a 7.000 revoluciones y puede subir sin problemas hasta las 7.450 rpm, mientras que su cifra de par es modesta y también se obtiene a un régimen elevado. Sus 200 caballos de potencia pueden parecer escasos en comparación con las cifras que se manejan en la actualidad, pero gracias a su ligereza y agilidad resultan suficientes para divertirse al volante cuando la carretera es una sucesión de curvas.
También contribuyen a esa diversión otros aspectos fundamentales que marcan la personalidad del GT86, como la tracción a las ruedas traseras , el empleo de un diferencial autoblocante mecánico Torsen con el que mejora la motricidad, un peso muy ajustado y una distribución óptima del mismo, con un 53% en el eje delantero y un 47% en el trasero.
La suspensión McPherson en la parte frontal y el sistema de doble triángulo detrás, junto con neumáticos justos de anchura (215/45 R17) redondean una puesta a punto excelente para devorar kilómetros por puro placer.
Habitáculo deportivo
En el interior se sigue la misma filosofía que en el planteamiento técnico y todo gira en torno al “piloto”, con un puesto de conducción deportivo donde uno va sentado muy abajo y tiene el volante en una posición vertical, como debe ser en un auténtico purasangre.
El cuadro de instrumentos está dominado por un gran cuentarrevoluciones y, aunque se prescinde de grandes lujos, el equipamiento es completo, la terminación buena y los asientos ideales desde el punto de vista del confort y la sujeción lateral.
Tendrá un solo acabado, en el que se incluirán de serie elementos como los faros de xenón, las llantas de aleación de 17 pulgadas, el arranque sin llave, el sistema multimedia y el climatizador dual, entre otras cosas. La lista de opciones será pequeña y también existirá la posibilidad de personalizarlo con algunos detalles que se montarán en el propio concesionario, como un equipo de sonido de alta fidelidad o los sensores de aparcamiento.
Al límite
Hemos podido probar el GT86 en condiciones extremas, en el circuito catalán de Castellolí, donde sólo un deportivo con mayúsculas es capaz de transmitir todo su potencial sin que asomen rápidamente sus carencias.
El compacto Toyota acelera con rabia, frena bien y apoya en las curvas mejor incluso de lo que imaginábamos. En zonas rápidas el morro se sujeta perfectamente, transmitiendo confianza y, en los virajes más lentos, también entra con precisión en la trayectoria marcada, algo a lo que ayuda una dirección de tacto extraordinario.
Luego, cuando pisamos sin contemplaciones el acelerador a la salida de la curva, el tren trasero tiende a deslizar progresivamente y, con la ayuda del autoblocante, tracciona bien para seguir avanzando. El control de estabilidad tiene tres modos de funcionamiento: normal, sport y con todo desconectado.
En el primero de ellos, la electrónica se ocupa de corregir ese deslizamiento de atrás, una actuación que resultará demasiado intrusiva para quienes tengan algo de pericia al volantey quieran exprimir a tope las cualidades del coche. En la posición intermedia se retrasa la actuación de los controles de tracción y estabilidad, lo que permite un ligero derrapaje que hace que empecemos ya a disfrutar. Con las ayudas electrónicas desconectadas por completo, la cosa cambia y todo queda en manos del conductor.
En esas condiciones se requiere una buena dosis de habilidad para sacar todo el partido al vehículo que, en cualquier caso, es noble en sus reacciones a pesar de su nervioso eje trasero. En definitiva, un deportivo como los de antes, que dará muchas satisfacciones a los más aficionados.
Mejor manual
De los dos cajas de cambios disponibles nosotros nos inclinamos, sin duda, por la manual de seis marchas, precisa y con cortos recorridos de palanca, que permite sacar todo al partido al motor y, además, ayuda a retener en las frenadas fuertes. La transmisión automática, a pesar de su suavidad y razonable rapidez, no encaja tan al dedillo con el espíritu del coche.
El Toyota GT 86 costará 29.990 euros en la versión de cambio manual y 33.490 en la automática, que incluye de serie la tapicería de piel y Alcántara, un elemento que es opcional en el otro y por el que hay que pagar 1.500 euros más. El precio es atractivo porque no hay muchas alternativas similares en el mercado; las más parecidas, tipo Nissan 370Z, son más caras (también bastante más potentes), y las de coste más ajustado no ofrecen una diversión a la altura, si exceptuamos el Hyundai Génesis.
Fuente: El mundo